Siempre hay algo que ver a través de una ventana. Siempre hay ruidos interesantes para escuchar. Día a día se puede ver algo nuevo. Día a día se revelan secretos; día a día se escuchan risas, llantos, gritos, música. Seguramente las ventanas no deben aburrirse nunca jamás.
Al ver a través de una ventana es como si se estuviera presenciando una obra de teatro, de la cual el espectador no puede formar parte, es un omnisciente testigo de la ficción que se crea en su mente al ver a los actores moverse sobre la escenografía infinita pero limitada al tamaño de su ventana.
A través de una ventana en particular se escuchan las risas y los llantos de los niños que viven en esa calle y se escuchan también los gritos de los padres reprendiéndolos y la música estridente que proviene de los cuartos de aquellos adolescentes que se han exiliado voluntariamente. A través de una ventana en particular puedo distinguir los olores que salen desde cada casa, huele a carnes, sopas, pastas, salsas y tantas otras cosas. También puedo escuchar los ruidos de los cubiertos chocando contra las ollas y bandejas, y muchas veces se escucha como colisionan contra el suelo platos y vasos que sufren su trágico fin por culpa de la ansiedad de los comensales que se sientan a la mesa. A través de una ventana en particular se puede ver magníficos atletas de baja estatura que logran la gloria al patear una pelota llena de parches en medio de dos pedazos de ladrillo sobre la calle, y como estos se abrazan con sus compañeros mientras que los perdedores se lamentan. Se puede ver a los que cargan grandes bolsas desde la casa de Angélica, quien abastece los refrigeradores de la gente de la cuadra con sus víveres y evita que los pequeños mandaderos se roben el cambio que sobra en cada compra que sus padres les mandar a hacer. También, se pueden ver como los galanes tratan de acercarse a las bellas doncellas vecinas intentado sentarse cerca de ellas en el bordillo de la vereda frente a la calle y como es que parece tan perfecto ese momento en el que de repente se silencian los ruidos del lugar, las manos se deslizan por sobre el cemento y convergen haciendo que los corazones latan tan fuerte que parece que pueden escucharse a kilómetros de distancia; momento solo interrumpido por las voces de las madres invitando a los niños a entrar y terminar sus deberes.
A través de una ventana en particular es que vemos la vida. Se dice que los ojos son las ventanas del alma, pero en mi caso, la ventana son mis ojos, ¿o seré yo la ventana? Muchas veces me es difícil diferenciarme. Puedo ver hacia adentro, pero no puedo verme a mi mismo, puedo ver hacia afuera, pero no puedo ver desde afuera. Viendo al exterior puedo ver las canaletas que sobresalen del techo, las gotas de agua y unas pocas hojas que caen de ella. Puedo ver los ladrillos oscuros por dentro y las cortinas de color marrón. Y también adentro, al lado mío, puedo ver un calendario, es bastante grande y tiene muchos cuadros tachados, el ultimo que se tacho fue el 3 de Febrero, ¿será que hoy es 4 de Febrero?. Hoy es el primer día que veo ese calendario, y me gusta, me hace sentir que los días realmente pasan y que no es que el sol solo se esconde cada vez que me tapan la vista con esas maderas gruesas, no se que es lo que tratan de impedir, como si yo pudiera salir de este lugar, como si yo pudiera desprenderme del suelo de este segundo piso de mi casa.
Me tome tantos minutos observando mi mas reciente novedad de adentro que por un momento olvide mi mas fascinante inquietud afuera, y recordé que el momento era el adecuado porque sentía como los rayos de sol castigaban con fuerza toda la parte derecha de mi, pero las canaletas del techo evitaban que la intensa luz nublara mi visión. Concentrado veía hacia abajo, exactamente frente a mi ventana pero del lado opuesto de la calle, vi ese automóvil blanco y consecuentemente vi como se bajaban uno por uno los que estaban dentro. Primero don Abel del lado del conductor, seguido por Amelia, su hija menor, y por último se abrio la puerta y salió quien muchas veces me parece que es un destello de luz mas fuerte que el mismísimo sol... Annie. Annie. Annie. Annie. Se como se llama porque puedo escuchar cuando sus amiguitas la llaman desde afuera de su casa para que salga a divertirse con ellas. Y se como se llama porque también escucho cuando su madre la llama desde el portón de su casa, y también porque vi cuando uno de los niños de la cuadra dibujo en el pavimento el nombre de ella rodeado por un gran corazón.
A través de una ventana en particular conocí al amor de mi vida. Annie. No me canso de decir ese nombre, me hace sentir especial, como si yo hubiese nacido para amarla de esta manera. Como me gustaría poder pasar a través de esta ventana en particular y así por fin poder estar con ella. Como me gustaría.
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